Vivimos unos tiempos en los que la tecnología avanza de una forma brutal. Cada día hay nuevos adelantos y hay que intentar estar al día. Sin embargo hay cosas que simplemente permanecen porque aunque existan tecnologías respecto a ello la forma tradicional es la que funciona y se preve que funcione durante muchos años.
Este fin de semana he vuelto oír tocar a fuego. Mucha gente no ha vivido nunca esto, no ha oído repicar las campanas avisando de ese enemigo tan cruel como es el fuego. Es más, mucha gente piensa que solo sirve para tocar a misa y poco más, sin embargo las campanas tienen un idioma propio y según como suene puede ser: a misa, defunción o fuego, por poner un ejemplo. Claro que esto se suele usar más en los pueblos pequeños y no en las ciudades, donde muchas de sus iglesias no tienen campanario o, si lo tienen, es decorativo.
Como he dicho, este finde he vuelto a escuchar tocar a fuego (hacía muchos años que no lo oía) y el mismo vuelco al corazón, la misma inquietud de saber si lo que pasa es grave, la misma incertidumbre por saber que pasará... Hacía años que no lo escuchaba pero he vuelto a sentir lo mismo que hacía años, cada vez que ese sonido se metía en nuestras vidas...
